quinta-feira, 15 de maio de 2008

Colloredo 2008



SALVIATI:
Excelso emperador, luz de la tierra,
a quien el sumo Altitonante tiene
por pilar de su fe, pues en ti encierra
cuanto a tal ministerio a ver conviene,
por quien el fiero turco se destierra,
y el valiente francés temo, y no viene
a inquietar el mundo, que tu mano
invencible, sujeta y tiene llano.
Guardando el uso que se guarda en esto,
tu majestad católica, en presencia
de Dios, me juro siempre estar dispuesto
con eterna observancia y obediencia
en defender la Iglesia, del molesto
Lutero, y los demás, que con violencia
la ofendieren, siguiendo el crudo intento.

EMPERADOR:
Yo ratifico vuestro juramento.

SALVIATI:
Reciba vuestra majestad, agora,
las insignias que pide la grandeza
de emperador, y aquesta vencedora
mano, tenga este cetro de firmeza;
esta espada, que sea domadora
del enemigo de la fe, y su alteza;
este mundo de oro, que es el mundo
de que os hace señor, sin ser segundo.
Esta corona a vos justa y debida,
sustente la cabeza gloriosa,
como cabeza de la fe, eligida,
para ampararla de la cisma odiosa.
Y el cielo os dé y otorgue tanta vida
cuanto durare en él la luz hermosa
del sol, y os dé vitorias excelentes
de varias, fieras, y enemigas gentes.
Y porque resta que la sacra mano
del vicario de Dios os unja, vamos,
Emperador dignísimo romano,
a quien el ceptro y obediencia damos,
y el Hacedor del cielo tan ufano
os haga, que de vos solo veamos
el nombre eterno, de inmortal memoria,
poniendo fin en esto a nuestra historia.

Juan de La Cueva - El Saco de Roma (1579)

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